En El Olivo nos hacemos eco del proverbio africano: “Para criar a un niño o una niña, hace falta una tribu”. Sabemos que maternar y paternar es uno de los roles más exigentes y juzgados de nuestra sociedad. Desde que nace un/a hijo/a, todo un sistema —familia, escuela, redes sociales— opina sobre cómo deberíamos hacerlo. Pero pocas veces se ofrece un espacio real de escucha y apoyo.
Trabajar con la infancia es una cirugía muy fina, porque su malestar rara vez se expresa como en las personas adultas. A menudo llega envuelto en etiquetas como “problemas de conducta”, pero cuando miramos con más atención, lo que aparece son dolores de tripa o de cabeza, ataques de rabia, rituales, huidas, mordiscos, terrores. Aparecen emociones difíciles de sostener, pensamientos que dan vueltas sin cesar, y un cuerpo que nos cuenta lo que todavía no puede ponerse en palabras.
En muchos casos, encontramos niños y niñas que, a través del enfado o del control, intentan poner orden donde sienten caos. Niños que han aprendido a protegerse de un entorno que les resulta imprevisible o inseguro. Cuidadores que temen la autoridad y ceden el liderazgo a sus hijos. Estas estrategias de supervivencia y control no sólo afectan a su vida en casa, sino también a sus vínculos con iguales, al juego, a la escuela, al descanso.
Todo esto puede acabar bloqueando el sistema de cuidados de los padres. Cuando las demandas emocionales de un/a hijo/a superan los propios recursos, cuando despiertan antiguas heridas o memorias somáticas, es habitual que el vínculo se resienta, que el afecto se apague, y que cuidar se convierta en una tarea desbordante.
Desde modelos como la Synergetic Play Therapy, entendemos los síntomas infantiles como expresiones de un sistema nervioso desregulado. Estados de hiperactivación (pegar, moverse sin parar, ponerse en peligro, esconderse) o de hipoactivación (letargo, inhibición, aplanamiento, desmotivación) que, sin herramientas de regulación, el niño o la niña intenta calmar con conductas repetitivas, autolesiones, o desconexiones del entorno.
En El Olivo ofrecemos un trabajo especializado en psicoterapia infanto/juvenil que incluye:
- Terapia individual para niños y adolescentes
- Terapia de juego y abordajes somáticos
- Terapia de familia y de pareja parental
- Terapia diádica y de reparación del vínculo
- EMDR, Theraplay, y abordajes centrados en el apego y el trauma
Nuestra mirada siempre incluye al ecosistema del/la menor: padres, madres, referentes afectivos y educativos.
Como decía John Bowlby:
“La teoría del apego es un intento de explicar los profundos lazos que establecemos con otros, y el sufrimiento que emerge cuando estos lazos se ven amenazados o se pierden”.
Acompañar a un/a niño/a en terapia es, muchas veces, ayudarle a recuperar esa sensación de que hay alguien que le ve, le entiende, le regula, a instalar la seguridad en los vínculos. Alguien que le acompaña a nombrar lo que duele y, con el tiempo, a volver a confiar.
Psicoterapeutas de infanto/juvenil: Carmen Benítez y Sofía Apaolaza.
Edades: de meses a 18 años. El trabajo terapéutico será a veces con los cuidadores,el ecosistema del niñx, el/la niñx y/o de manera conjunta dependiendo de la dificultad y la edad del niño.